miércoles, 20 de marzo de 2024

Dislexia

Hay un juego que nos gusta hacer, cada vez más que de vez en cuando que consiste en filtrar palabras presuntamente normales porque intuimos que están cayendo en desuso.

 

El objetivo es comprobar que la gran mayoría no sabe el significado y que aún con el contexto no han sido capaces de seguir el hilo, desconectándose así de la conversación, la cual en la mayoría de los casos suele ser una chanza y te acabas encontrando  frente a la pared riéndote de alguien que no se ofende porque no te entiende. Dramático.

 

Decía en una entrevista Roberto Gómez,  tótem periodístico curtido en el fútbol de cuando este no era cool y se parecía más al suburbio londinense donde se rodó Lock&Stock,  que en los partidos de  ahora se retransmitía con un vocabulario muy básico tirando a  pobre, protestando así por la falta de riqueza léxica.

 

Parece ser que el armario para outfits está lleno pero el de la semántica está más raquítico que aquella Kate Moss de la semana de la moda del año 93 donde Milán palpitaba rímel y llenaba el Duomo con Copas de Europa. Nostalgia. 

 

En otra conversación se valoraba el peso de los Best Seller en la báscula de la métrica y la cadencia lingüística.

 

La conclusión fue meramente económica, si tu objetivo es ser un buen vendedor (Good Seller) no te queda otra que adaptarte al público objetivo, y  ahora esos clientes necesitan palabros básicos y algún infográfico que les ayude a encontrar la puerta de salida de ese laberinto llamado libro y que a muchos les suena de oídas. Intuición.

 

Podemos cerrar el libro y encender la radio. Antiguo.

 

En los 40 Principales hay una sección que te recuerda quien era el Número 1 hace un año, hace tres, hace cinco, y de lustro en lustro hasta el origen del programa.

 

En este ejercicio más de supervivencia que de nostalgia en el cual compruebas la evolución de la música en un juego inverso desde los ruidos y hachazos de lexemas de hoy  hasta aquellos Rolling del año  75 donde intuimos a Kate Moss en esa oscura esquina de Camden encendiendo un cigarro con regalo. Catástrofe.

 

El resumen es que hoy caminas por la calle y todo el mundo va hinchado con una máscara de confianza y seguridad pero si les miras o les hablas no tienen nada que ofrecer o decirte. 









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